sábado, 14 de febrero de 2015

San Valentín y los Carnavales, todo a la vez

Hoy es San Valentín, ese estúpido día en el que los comercios, sobe todo los de colonias y flores, y los restaurantes se montan en el dolar a base de nuestro bolsillo. Este invento mierdero de "el día de los enamorados" es una estafa como cualquier otra.

Se supone que hoy debemos estar más enamorados que ningún día y lo tenemos que demostrar regalando y cenando fuera de casa. ¿Por qué? Porque así lo dijo El Corte Ingles y así ha de ser y se acabó. Si hoy no regalas o no celebras el día eres un asqueroso-poco-romántico que no quieres a nadie. Esa es la ley no escrita que ronda la sociedad.

Gollum te regala pedacitos de mierda en caja roja de Nestle


Así que yo me cago en su puta madre y en la puta que parió a los inventores del puto día de San Valentín. Y encima se estrena "50 Sombras de Grey" que de romántico debe de tener poco. Folletear a lo sadomasoquista no es que sea amor puro. Pero que se le va a hacer...

Y después tenemos los carnavales, esos días en los que la gente se disfraza de cualquier estupidez, los hombres de mujeres, aunque ya no hace mucha gracia por que hoy en día los hombres ya casi van como mujeres. Y las mujeres de cualquier cosa como de melocotón, por poner un ejemplo.

En estos días tan señalados y marcados por el disfraz, los llamados "Mascaras" paran de repetirles a los no disfrazados una y otra la frase "¿A que no me conoces?", con un tono fino y de gilipollas que te puede hacer estallar el cerebro.

Dizfraz de originalidad nula

Luego tenemos a las Murgas o como cojones se les llame, con nombres tan maravillosos como "Lleno, por favor", "Agitar antes de usar" o "Al pan, pan y al vino comeme el pepino", cantando canciones que riman y que hablan de los problemas de la sociedad, este año toca el Pequeño Nicolás. Con su cantante gracioso en medio del grupo que abre los brazos y pone caras de cantante de opereta barata y el guitarrista que de vez en cuando deja de tocar la guitarra para señalar al publico mientras se pronuncia una frase que debería ser especialmente graciosa.

Otro truño más que a unos les gusta y a otros no. Yo soy de los segundos.




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